Historia
De todos los caminos, este es el único que no tiene como fin alcanzar la tumba del Apóstol. Es justo al contrario: parte de la propia Compostela. La existencia de este curioso camino se debe a que, ya desde tiempos medievales, una vez los peregrinos habían terminado su propósito, querían continuar unos días más hacia el oeste, con tal de alcanzar el fin de la Tierra: Finisterre. Además, esta zona siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, mitología, simbolismo y unida a todo tipo de creencias y ritos, lo cual le ha conferido un atractivo sin igual.
Es tal el imán del fin del mundo que, a día de hoy y tras el Camino Francés, es la vía de peregrinación más frecuentada, gozando incluso de certificados de peregrinación propios. Y es que, no deja de ser un camino santo, ya que existe una gran devoción al Santo Cristo de Fisterra y a la Virgen de la Barca en Muxía. En concreto esta última devoción viene de la tradición, según la cual, la Virgen María acudió en una barca de piedra a este rincón recóndito para dar ánimos a Santiago en su predicación por la Península.
información para el peregrino
En esta ruta existen albergues de la Xunta y municipales además de albergues privados que muchos de ellos permanecen abiertos durante todo el año. Dispone también de numerosos alojamientos convencionales como hoteles y pensiones.
En cuanto al clima, es posible realizar el camino en cualquier época del año ya que las temperaturas no son extremas, pero no hay que olvidar que es una zona lluviosa y en días de temporal el viento suele soplar fuerte.
Otra de las singularidades de este camino es que existen dos certificados que acreditan la realización de este camino, ya que la compostela sólo se obtiene al llegar a Santiago. Son la fisterrana y la muxiana y se entregan en las oficinas de turismo y albergues municipales del final del recorrido.