El origen del Camino Francés
Evolución de la ruta
Desde el comienzo de la configuración del itinerario, se aprovechó la mejor ruta diseñada y construida hasta la fecha: la calzada romana Ab Asturica Burdigalam; es decir, la calzada que unía Astorga con Burdeos. Si bien las losas de piedra fueron desapareciendo por reaprovechamiento o por acumulación de tierra, el trazado ya estaba hecho. Así, en el Alto de Ibañeta ya existía una antigua mansio romana (un albergue) que sirvió de asentamiento para el primer hospital de peregrinos que tuvo Roncesvalles.
Tras el paso del Summo Pyreneo, la calzada bajaba hasta la antigua Pompaelo, ahora dividida en tres burgos enfrentados entre ellos pero que se enriquecieron gracias al tránsito jacobeo.
La principal diferencia entre la ruta que siguieron los peregrinos de los siglos IX, X y XI, respecto a la que hicieron los peregrinos a partir del siglo XI, fue el cambio de trazado del tramo Pamplona-Burgos.
El trazado antiguo, cuando salía de Pamplona, se dirigía directamente hacia el valle de la Sakana, pasando por Irurtzun, Uharte-Arakil, Salvatierra, Vitoria, Miranda de Ebro y Briviesca hasta alcanzar Burgos. Fue Sancho III el Mayor, monarca del -por entonces- reino de Pamplona, quien alteró la ruta, reorientándola por el Alto del Perdón, Puente la Reina, Estella, Viana, Logroño, Nájera y Santo Domingo de la Calzada, hasta llegar a Burgos.
Mapa del norte peninsular en 1035. El avance de los reinos cristianos permitió controlar todo el trayecto de la antigua calzada a Burdeos. Sobre esta base y tras varias desviaciones se formó el itinerario clásico del Camino de Santiago.