
En 1903, el motu proprio de Pío X impuso una vuelta al canto gregoriano y a los polifonistas clásicos en una clara reacción contra los elementos profanos que poblaban la música religiosa. Este impulso se materializó no sólo en la transcripción y edición de estas piezas, sino también en nuevas composiciones modernas en stile antico. En México, la vuelta a dicho repertorio llegó de la mano de musicólogos como Manuel María Ponce o Jesús Bal y Gay, mientras que una tercera vía de recuperación puso estas obras en las salas de concierto, caso de Manuel de Falla y su interpretación expresiva del repertorio de Tomás Luis de Victoria.
Inscripción
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LOCALIZACIÓN
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